Buscando un camino profesional y vital en el que crecer implique un necesario decrecimiento. Se trata de "airear" nuestro entorno con soluciones que parten de un mirar atrás, re-aprender, comprender y mejorar.
Comencé mis estudios de arquitectura en un momento en que la burbuja inmobiliaria nos cegaba y hacía ilusionarnos con la utopía de que los recursos planetarios eran infinitos, donde el ser humano tenía el gran poder de marcar cada territorio con su huella de hormigón; porque tener tres cajas blancas de cuatros paredes donde guardar tus posesiones, cada vez mayores, era sinónimo de lograr un mejor modo de vida, de alcanzar la plenitud como especie.
Esta suave e inmaculada venda que ocultaba mi mirada al mundo fue desprendiéndose paulatinamente de mis ojos, arañándome la retina cada vez que, no mucho tiempo después, la única burbuja que se colaba por mis orejas chocaba con mi hueco cráneo y reverberaba con sonido de crisis, agotamiento de recursos, desahucios, cambio climático, especulación y tantas otras palabras que tengo aún atascadas dentro, y que hacen eco cada vez que me planteo mi forma de ser o hacer.
Una mirada atrás como forma de avanzar
¿Por qué quiero ejercer como arquitecta? ¿Quiero ser la constructora de sueños urbanos de cemento que, cuando fraguan, se convierten en los albañiles de mis pesadillas y agrietan todas mis auto-justificaciones?
Para calmar éste bucle de pensamientos me iba a pasear en busca de respuestas que partieran de mi raciocinio, e inconscientemente, mis astutos pies siempre se paraban en una placita escondida del Albayzín, donde el horizonte de sus calles me mostraba un fragmento de la Alhambra, y allí, observando esa gran masa de tierra roja, escuchando el sonido del agua de las acequias que silenciaba mis voces, y sintiendo en la piel el movimiento de la brisa que refrescaba mis ideas, encontraba la calma.
Una de esas tardes entendí el porqué. Una señora autóctona de la Granada de la época del tapial, que vivía en la casa en cuyo tranco de la puerta me solía sentar a pensar, me invitó a pasar a su salón. Allí dentro se respiraba una temperatura tan cálida contrastante con el frío exterior que sentías el cobijo, y en un silencio ambiental en el que no percibía ni mis pensamientos, pude escuchar las palabras de esta mujer, y fueron la respuesta a todas mis dudas no resueltas por revistas de arquitectura:
"Esta casa la construyó mi familia, no tenían ningún título, pero conocían la tierra como la palma de su mano, y mira que bien se está. Antes,cuando no existía tecnología que te ayudara contra el frío, calor o ruido, se buscaban las soluciones observando tu entorno y comprendiéndolo. ¿Para qué quieres una casa? ¿Para meter cosas o para estar a gusto en ella?"
Bioconstrucción y ecoarquitectura. AirearQ
Convencida de que, debido a la situación actual donde vivimos, donde los modos y espacios de vida se han convertido en prácticas contaminantes, insalubres, insostenibles e incompatibles con el medio, creo necesario pensar alternativas donde el omnipotente antropocentrismo se deje a un lado y se observe un poco más la vida : se trata de "airear" la arquitectura.
De ésta búsqueda, aprovechando mis estudios del Master de Bioconstrucción y Ecoarquitectura y el asistir a talleres en los que estoy re-aprendiendo nuevas maneras de ser y hacer,
nace AirearQ, una caja de herramientas D-crecer, pensando global y actuando local, y que busca crear un entorno en equilibrio con el planeta y los humanos y generar hábitats que fomenten el bienestar personal y con el medio.
Muchísimas gracias, se agradece mucho leer estos comentarios de apoyo :)
¡Éxito con tus proyectos! Muy bueno tu blog
Muchas gracias :)
Lucha por tus sueños y lucha tambien por conseguir un mundo mejor